El conflicto armado iniciado el pasado 24 de febrero, entre Rusia y Ucrania, tiene sumido a gran parte del mundo en la preocupación y la desesperación, pero sobre todo con sus deseos centrados en que esto se resuelva lo antes posible. Esta angustia se debe a la relevancia de ambos países en el sector agrícola y en lo que representan sus importaciones de maíz, trigo y especialmente de fertilizantes, para todo el mundo.

En los últimos años, Ucrania comenzó a recibir grandes inversiones que la convirtieron en una potencia agrícola a nivel mundial. Maquinaria agrícola, semillas mejoradas, una mejor capacitación, sus tierras fértiles, además de la construcción de una agroindustria con una capacidad mayor para proporcionarle un mejor manejo a sus cosechas, la volvieron el granero de Europa y de un gran número de países.
En conjunto, Rusia y Ucrania producen el 75% del aceite de girasol consumido en todo el mundo y el 30% del trigo, a esto se tiene que sumar la importancia de Ucrania, nación que suministra la mitad del trigo destinado al “Programa Mundial de Alimentos”. Organización de la ONU encargada de proveer comida a desplazados, refugiados y a zonas en desastres naturales

La trascendencia para el sector agrícola de ambas naciones es muy grande, a tal grado que 45 de los países africanos más pobres les compran una tercera parte del trigo para cubrir su demanda anual, al mismo tiempo 18 más, importan hasta el 50% de este mismo grano. Hablamos de una enorme dependencia y de lo importante que es llegar a un acuerdo para alcanzar la paz.
No obstante, la demanda por el trigo de esta parte del mundo no se detiene, hay países como Mongolia, Armenia y Kazajistán con problemas mayores, al importar casi la totalidad del trigo que necesitan. A las dificultades que enfrentarán se sumará la competencia por obtener este cereal con Turquía, Egipto e Irán, todos ellos compradores fuertes, al abastecer el 60% de su demanda interna con cosechas logradas fuera de sus fronteras.

Esto apenas está comenzando, si Ucrania consigue exportar el trigo cosechado de la temporada pasada para abastecer la demanda de este año, se logrará sortear un poco el apuro, pero para 2023 se tiene un panorama más sombrío. Los enfrentamientos en algunas partes de Ucrania están impidiendo la siembra. Y las sanciones impuestas a Rusia, limitarán sus exportaciones por mucho tiempo, dejando un gran hueco por cubrir.
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