El níspero también conocido por su nombre científico como Eriobotrya japonica es un fruto comestible que proviene de un árbol de apenas seis metros de alto originario de China, el cual pertenece a la familia de las Rosaceae al igual que la manzana y el membrillo. Alrededor del mundo existen diferentes variedades entre las más comunes se encuentran el níspero japonés y el europeo, los cuales son los más cultivados.
Éste se caracteriza por ser un pequeño fruto carnoso de sabor agridulce de aproximadamente seis centímetros de largo y tres de ancho, el cual además de presentar una piel lisa de color amarillo o naranja, puede tener diferentes formas, lo que va a depender de la variedad y de las condiciones en las que se desarrolle. Otra de sus propiedades es que puede resistir heladas leves y adaptarse a diferentes sitios siempre y cuando estos tengan un suelo con buen drenaje.
Para su propagación se recomienda utilizar el método hidropónico de cultivo, ya que éste ayuda a controlar todo lo que las plantas reciben así como cubrir mejor sus necesidades sin intervenir con su desarrollo. Para su cultivo sólo se necesita lo siguiente: de dos a tres nísperos maduros y en buen estado (la variedad va a depender de las necesidades del productor y de las características de la región); sustratos con buen drenaje como peat moss; contenedores con mínimo 30 centímetros de profundidad; solución nutritiva para flores, una regadera con agua y una pala para jardín limpia y desinfectada.
El primer paso es obtener las semillas, para eso se recomienda hacer un ligero corte en el fruto con la ayuda de un cuchillo procurando no dañar el hueso, ya que esté fuera hay que retirar el resto de la pulpa con un poco de agua. Finalmente hay que colocar los huesos dentro de un recipiente con agua por un lapso de 24 horas, esto ayudará con el proceso de germinación.
Ya que haya transcurrido el tiempo hay que sembrar lo huesos, para eso primero hay que humedecer el sustrato y colocarlo dentro del número de contenedores disponibles, los cuales van a depender de la cantidad de huesos. Ya que estén listos hay que hacer una perforación con ayuda de la pala con una profundidad del doble del tamaño de la semillas y colocar una por contenedor. Finalmente hay que llevar las macetas a un lugar que no reciba luz directa y que cuente con protección, se recomienda mantener al sustrato húmedo, por lo tanto hay que hacer los riegos de una a dos veces al día sólo con agua durante este etapa.
Las semillas comenzarán a germinar de dos a cuatro semanas después de haber realizado la siembra, en ese momento hay que mudar los contenedores a un sitio que reciba por lo menos ocho horas de luz solar y que cuente con una protección que evite que los cambios bruscos de temperatura o algún otro agente dañe al cultivo, esto ayudará a que las plántulas se puedan desarrollar correctamente, en este momento es importante incluir la solución nutritiva en los riegos.
Ya que los árbolitos midan de 50 centímetros a un metro aproximadamente es momento de realizar el trasplante al que será su lugar definitivo, éste debe contar con suelos con buen drenaje, que no sean ácidos o salinos y que tengan un pH de entre seis y ocho. Para su cuidado se recomienda realizar podas y añadir fertilizantes para que puedan crecer sin problemas. La cosecha se puede llevar a cabo una vez que los frutos estén maduros, es decir cuando tengan una coloración uniforme y una consistencia firme.
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