El Tamarindus indica L. conocido comúnmente como tamarindo es una baya de color café que puede medir hasta 20 centímetros de largo; ésta pertenece a la familia Fabaceae y proviene de un árbol muy resistente capaz de sobrevivir a diferentes condiciones gracias a que posee raíces profundas y ramas fuertes y flexibles. Hay que señalar que este fruto se originó en África tropical de donde se expandió a otros lugares gracias a las rutas comerciales.
Debido a sus características este tipo de fruto se puede producir fácilmente en diferentes lugares que cumplan con las condiciones adecuadas para su desarrollo; una opción ideal es la hidroponía, la cual ayuda a cubrir todos sus requerimientos y a tener un mayor control sobre la producción. Para cultivarlo por hidroponía sólo se necesitan cinco semillas de tamarindo, una charola para germinación, sustratos franco arenosos, contenedores con mínimo 50 centímetros de profundidad, solución nutritiva para flores, una pala para jardín y una regadera con agua.
El primer paso es colocar el sustrato previamente humedecido en la charola de germinación, a continuación se debe poner sólo una semilla por cavidad y cubrirla bien con un poco más de sustrato. Ya que esté listo el semillero hay que llevarlo a un sitio que no reciba luz directa y que cuente con una temperatura cálida, esto ayudará a simular el ambiente natural de las plantas.
Después de los primeros ocho o 10 días de haber realizado la siembra comenzarán a brotar las primeras plántulas en ese momento se recomienda poner la charola en una ventana o el algún lugar que reciba luz indirecta y que cuente con protección para estimular su desarrollo. Durante esta etapa el sustrato debe permanecer humedecido para que éstas puedan recibir lo que necesitan para crecer, por lo tanto se recomienda realizar los riegos una vez al día sólo con agua dependiendo de las condiciones climáticas del lugar.
Ya que las plántulas alcancen una altura de 10 o 15 centímetros o tengan tres pares de hojas verdaderas hay que realizar el primer trasplante, es importante realizar esta actividad durante la mañana o la tarde para evitar que las plantas sufran estrés y para que se puedan recuperar más rápido. El primer paso es humedecer el sustrato y colocarlo entre el número de contenedores disponibles, a continuación con ayuda de la pala hay que hacer una perforación lo suficientemente grande para que entre el sistema radicular, finalmente hay que introducir con cuidado las plántulas y llevar a los contenedores a un sitio que reciba 10 horas de luz solar, que cuente con una toma de agua cercana y con protección.
Una vez que los árbolitos se encuentren en las macetas se recomienda incluir la solución nutritiva a los riegos, ya que ésta ayudará a cubrir sus requerimientos, además permitirá que las plantas se fortalezcan. Cabe resaltar que el tamarindo no resiste las temperaturas bajas, por esa razón es importante mantener un estricto control para evitar que tanto los cambios bruscos de temperatura como agentes externos dañen la producción.
Después de que los árboles alcancen una altura aproximada de metro y medio hay que llevar a cabo el segundo trasplante al que será su lugar definitivo. Antes de realizarlo hay que verificar que el suelo cuente con un pH de 6.5 a 7.5, que sea rico en nutrientes, con buena profundidad y buen drenaje. El primer paso es realizar una perforación profunda para que entre el sistema radicular, a continuación hay que regar con un poco de agua e introducir el árbol con cuidado. Este tipo de árbol comenzará a dar frutos después de los primero cuatro años de haberlo sembrado.
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